(23 de Diciembre) La fábrica de cerámicos Loimar, una de las empresas más representativas de Tandil, decidió detener su producción en las últimas semanas, generando gran preocupación en la comunidad y entre sus trabajadores. La paralización responde a una serie de problemas económicos que vienen afectando a la compañía: caída de ventas, aumento constante de los costos operativos y tarifas de electricidad difíciles de sostener.
La planta dejó de funcionar en dos etapas. El pasado 30 de octubre se apagaron los hornos destinados a la fabricación de ladrillos, mientras que el 19 de noviembre cesó por completo la producción de pisos cerámicos.
Esta interrupción afecta de manera directa a unos 80 empleados, y amenaza con impactar también en trabajos indirectos relacionados con el transporte y la provisión de materiales.
Desde la compañía no descartan retomar las actividades en el transcurso de 2025, siempre y cuando mejoren las condiciones económicas y el mercado se estabilice. Sin embargo, la incertidumbre reina entre los empleados, ya que no se han brindado detalles claros sobre lo que ocurrirá durante este período de inactividad. El temor a despidos masivos está latente, sumando tensión a la situación.
“Hoy, con reglas claras de respeto a la propiedad y un horizonte de crecimiento para 2025, Loimar S.A. conserva la expectativa de poder retomar su actividad cuando el mercado se recupere y las variables económicas lo permitan”, señaló la empresa.
Existen especulaciones entre los trabajadores de que esta paralización podría ser una maniobra para reducir personal o modificar las condiciones laborales, algo que ha sido denunciado en ocasiones anteriores.
La planta de Loimar ha sido históricamente una fuente importante de empleo para Tandil, por lo que su cierre, aunque sea temporal, podría tener consecuencias profundas en la economía local. La expectativa es que el diálogo entre la empresa, los empleados y las autoridades permita encontrar una solución que garantice la continuidad de la producción sin sacrificar puestos de trabajo.
Por ahora, el futuro de Loimar permanece en suspenso, y con él, el de muchas familias que dependen de esta histórica fábrica para subsistir.