(31 de octubre) La histórica textil Sueño Fueguino, radicada en Río Grande, confirmó el despido de 35 trabajadores —30 temporarios y 5 efectivos— y advirtió que otros 130 empleos podrían correr la misma suerte si no se revierte la situación.
La empresa, dedicada a la fabricación de reconocidas marcas como Danubio, Cannon, Fiesta y Suplesa, enfrenta una parálisis casi total de su actividad por la imposibilidad de distribuir ni exportar su producción.
Según la compañía, en sus depósitos se acumulan 25 camiones con unas 700 toneladas de mercadería terminada, inmovilizada por trabas administrativas y aduaneras. Esa situación derivó, aseguran, en la imposibilidad de sostener la producción y los costos salariales.
A este escenario se suma la exclusión del régimen promocional establecido por la Ley 19.640, que otorga beneficios impositivos a las empresas radicadas en la provincia. Sueño Fueguino mantenía una medida cautelar que le permitía seguir accediendo al régimen, pero la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia la revocó, dejando a la firma en una zona de incertidumbre jurídica.
El abogado de la empresa calificó la medida como “una decisión inconstitucional que impide el derecho de peticionar ante las autoridades” y advirtió que el sector textil fueguino atraviesa “una situación límite”. Desde la compañía remarcan que las decisiones del Gobierno nacional, en especial el Decreto 594/2023, profundizaron la crisis industrial al dejar a la rama textil fuera de los beneficios.
Los trabajadores despedidos denunciaron la falta de diálogo y la ausencia de medidas preventivas. Muchos tenían más de 20 años de antigüedad y eran el principal sostén de sus familias. En Río Grande, el malestar crece mientras el gremio textil exige la intervención del Ministerio de Trabajo provincial y nacional para garantizar la continuidad laboral.
El panorama laboral en Tierra del Fuego es alarmante: desde diciembre de 2023 se estima una pérdida de alrededor de 10 000 puestos de trabajo, equivalente al 10 % de la fuerza laboral de la provincia. En ese contexto, el caso de Sueño Fueguino se convierte en símbolo del deterioro industrial y del impacto de las políticas económicas sobre el empleo.
Desde el ámbito gremial se reclama la apertura de una mesa urgente de diálogo entre la empresa, el Gobierno y los sindicatos, para reactivar la producción, revisar el régimen promocional y proteger los puestos de trabajo.
“La industria textil fueguina fue motor de desarrollo durante décadas; hoy necesita respuestas del Estado antes de que la crisis se vuelva irreversible”, plantearon dirigentes locales.
El conflicto de Sueño Fueguino deja en evidencia que el ajuste industrial ya tiene consecuencias concretas sobre el empleo. En el extremo sur del país, los trabajadores textiles se transforman en la cara visible de una recesión que amenaza con desarmar el entramado productivo de toda una provincia.